Por un lado, el aislamiento que produce del contacto con la superficie metálica sirve como solución al problema de recepción de señal que acarrea el iPhone 4 desde un principio. Sin embargo, la mezcla de compuestos plásticos y de goma que constituyen dichos protectores, además de los diminutos botones metálicos que se sitúan sobre los controles de volumen, acaban ocasionando ralladuras en la superficie que supuestamente deben proteger.
Un nuevo dato que no hace otra cosa más que echar leña al fuego sobre una pesadilla de la que a buen seguro muchos en Cupertino desearían despertar cuanto antes. No obstante, hay que tener en cuenta que un buen número de usuarios que han sufrido los desagradables efectos de los “bumpers” han declarado retirar y colocar nuevamente el protector de forma periódica en sus terminales, pudiendo ser este el origen del problema.
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